jueves, 23 de junio de 2011

¿Es posible ser madre virgen?


Por: Néstor Armando Alzate

A propósito de la mujer que no sabía que estaba en embarazo y dio a luz en un baño, en Medellín, les cuento la historia de una inglesa que siendo virgen tuvo una hija durante la segunda guerra mundial. Juzguen Ustedes:


Después de que en 1956, la doctora Helen Spurway, especialista en eugenesia, afirmara en la revista médica, The Lancet, que en ciertas condiciones, la mujer podía concebir sin que interviniera el espermatozoide; un periódico sensacionalista londinense, organizó un concurso en el que ofrecía un jugoso premio para la dama que demostrara que había quedado embarazada sin la participación de hombre alguno.

En cuestión de horas la redacción del periódico se vio inundada de cartas procedentes de todas las islas británicas y de buena parte del continente europeo. Las casadas que no podían justificarle a sus maridos, de dónde habían salido los bebés que éstos habían encontrado a su regreso de la guerra, vieron en la convocatoria, una inmejorable oportunidad para lavar el honor y salvar sus matrimonios.

Tras realizar minuciosos exámenes con los métodos más adelantados de la época, por lo menos cinco mil mujeres fueron descartadas; solamente una, pasó todas las pruebas, incluido el intercambio de injertos de piel que fueron asimilados perfectamente por ambas partes, lo cual indicaba, que en efecto, el material genético de la hija se correspondía totalmente con el de la madre.

El sorprendente resultado fue publicado en el British Medical Journal, por el ginecólogo Stanley Balfour-Lynn, al que le había tocado atender el caso de la inglesa Emminarie Jones, que en 1944, cuando trabajaba como enfermera interna en un hospital atendido exclusivamente por personal femenino en Hanovre, resultó embarazada.

La mujer de 30 años, cuyo novio estaba en el frente desde el comienzo de la guerra empezó a padecer desmayos, vómitos, y a dar muestras de fatiga, por lo cual acudió al médico. Después de descartar cualquier enfermedad y de efectuarle –por simple rutina- una prueba de embarazo, el facultativo concluyó que la paciente estaba en el tercer mes de gestación. Como la enfermera alegaba que nunca había tenido una relación sexual -y en efecto se comprobó que era virgen-, se le hicieron otros exámenes más minuciosos que confirmaron su estado de gravidez.

Dado lo extraño del caso, los Doctores Balfour-Lynn y John Haldane, realizaron un estudio comparativo de los tejidos de ambas, y de varios potenciales candidatos a la paternidad -incluido el novio que estaba en el frente-, y concluyeron que en Mónica, la hija, se replicaba únicamente el material genético y cromosómico de su madre.

Al ser presentadas a la prensa, cuando la niña ya contaba doce años los reporteros se quedaron estupefactos por el extraordinario parecido de ambas, y para corroborarlo, le enseñaron una foto de la madre, a esa edad, a varias personas que  desconocían el caso, y por consenso, quienes vieron la fotografía afirmaron que era la misma niña.

Terminada la guerra, Emminarie Jones, contrajo matrimonio con su novio de siempre y tuvo más hijos, que se parecían entre sí, pero ninguno tenía nada en común con Mónica.

El extraño suceso que de acuerdo con cálculos conservadores puede darse, una vez, en un millón 600 mil probabilidades, fue diagnosticado por un grupo de especialistas que se reunió exclusivamente para analizarlo, como un caso típico de partenogénesis, proceso que consiste en el “Desarrollo de un individuo a partir de un gameto hembra, no fecundado”. 


Ni más ni menos: ¡Una clonación natural! 

viernes, 17 de junio de 2011

La Nueva Era ¿Moda o religión?


Por: Néstor Armando Alzate

La sociedad de consumo, ha arrinconado al hombre contra la figuración, y la adquisición de Status, todo lo cual –supone él- se consigue solamente, con la obtención de bienes y cosas, que le ayuden a lograr el reconocimiento de los demás. En esa desaforada carrera hacia el tener, ha perdido de vista su categoría de ser y aunque consiga riqueza y poder, siempre estará vacío, porque la felicidad perseguida está adentro y no afuera.

Extraviado, confunde  la búsqueda de la plenitud interior con el bienestar material y con la dudosa felicidad exterior; y como nada lo llena -ante la tibia respuesta a sus necesidades espirituales por parte de los credos tradicionales-, el hombre se ha visto impelido a crear su propio cuerpo de creencias, tomando de cada tendencia religiosa, aquello que le conviene, o se acomoda a sus intereses; por eso no es de extrañar que acuda a un supermercado espiritual que le ofrece toda clase de remedios infalibles, contra sus miedos, aprehensiones y vacíos.

Entonces mezcla alegremente el culto a los ángeles, con: las Runas, Tarot, I Shing; riegos, sahumerios; uso de velas de diferentes colores, de acuerdo con una necesidad específica; Santería; Vudú; Espiritismo; rituales Celtas; tomas de Yagé, para abrir la conciencia; regresiones; etc. A esa cesta en la que se ha revuelto todo esto, se le ha llamado: Nueva Era.

Es cierto que acabamos de salir de la era de Piscis y estamos entrando en la de Acuario y ello entraña un cambio físico del planeta, el que a su vez obligará al hombre -si es que en efecto quiere sublimar su esencia- a realizar una radical y profunda revisión de todos los postulados éticos, morales, sociales y espirituales que prevalecen en la sociedad contemporánea.

Por eso es imperativo que entendamos que ésta, más que una época de cambio… ¡Es un cambio de Época!

miércoles, 8 de junio de 2011

¿De tal palo, tal astilla?




Por: Néstor Armando Alzate

Un padre es el espejo en el que el hijo se refleja, pero a medida que va creciendo, la imagen proyectada, se va empañando, porque ese héroe se transforma ante sus ojos  asombrados en un hombre de carne y hueso, y por lo tanto falible, es decir imperfecto. Sin embargo siempre queda una huella indeleble en la personalidad del vástago.

Es cierto aquello de que “De tal palo, tal astilla”; por lo menos así lo refrendan algunos casos de la historia: De Peleo, el valiente argonauta, salió el indomable Aquiles; de Príamo, el padre amoroso, surgió el noble Héctor que dio su vida por salvar a Troya; del bravo Filipo de Macedonia, nació Alejandro Magno, el Conquistador; del incestuoso Papa Alejandro Sexto, brotó la estirpe maldita de los Borgia; de la fidelidad de Abraham, germinó el pueblo de Israel; del abnegado San Joaquín, emanó la prístina María; de la mano del virtuoso San José, creció el Salvador del mundo. 


Por lo tanto de las manos de cada padre siempre surge una obra caprichosa que para bien o para mal, reproduce su imagen. Pero no debería ser así, porque el hijo posee el inalienable derecho de construir su propio destino, aunque se equivoque de camino, porque como dice Jalil Gibrán, en su libro EL PROFETA:

 “Vuestros hijos no son hijos vuestros: Son los hijos y las hijas de la Vida, deseosa de sí  misma. Vienen a través vuestro, pero no vienen de vosotros. Y, aunque están con vosotros, no os pertenecen.

Podéis darles vuestro amor, pero no vuestros pensamientos: porque ellos tienen sus propios pensamientos.

Podéis albergar sus cuerpos, pero no sus almas: porque sus almas habitan en la casa del mañana que vosotros no podéis visitar, ni siquiera en sueños.

Podéis esforzaros en ser como ellos, pero no busquéis el hacerlos como vosotros: porque la vida  no retrocede ni se entretiene con el ayer.

Vosotros sois el arco desde el que vuestros hijos, como flechas vivientes, son impulsados hacia delante. El  Arquero (Dios) ve el blanco en la senda del infinito y os doblega con Su poder para que Su flecha vaya veloz y lejana.

Dejad, alegremente, que la mano del Arquero os doblegue: porque, así como Él ama la flecha que vuela, así ama también el arco, que es estable”.


Entonces el verdadero papá no interfiere en la trayectoria de esa flecha, simplemente anhela que tome el rumbo correcto; y por eso tiene razón José María Pemán, al afirmar que: “Un hijo es una pregunta que le hacemos al destino”. 



jueves, 2 de junio de 2011

Tribus urbanas

Por: Néstor Armando Alzate


Cuando las sociedades crecen, tienden a cerrarse sobre sí mismas y atenazan a los individuos con sus normas, parámetros y patrones de convivencia.

Sucede básicamente en las grandes ciudades, porque al volverse más densas, algunos grupos contestatarios –frente al orden establecido-, se van distribuyendo en compartimentos estancos, y cada uno desarrolla su propio código de honor; normas específicas de comportamiento; lenguaje cifrado; control territorial; uniformidad en los gestos, corte de pelo y tatuajes distintivos.

Son más vulnerables los jóvenes que se asfixian en medio del aire enrarecido del statu quo imperante, del qué dirán, y por ello asumen en abierta rebeldía una posición desafiante que se refleja en su música, vestimentas, apropiación de un territorio determinado y ruptura con todos los valores establecidos. En la medida en que ganan espacios, adquieren la fisonomía de clanes con sus propias reglas y jerarquías.

Con su actitud excluyente, se cierran sobre sí mismos. Rechazan y hostilizan a los otros, por considerarlos diferentes, y por tanto, potenciales enemigos. Estos guetos denominados “Tribus Urbanas”, están cambiando poco a poco el paisaje de las urbes postmodernas con su inconfundible lenguaje pictórico y cultural, y sus exóticas reglas de convivencia.

Así las cosas, la proliferación de tales grupos marginales está conduciendo a las metrópolis a una peligrosa atomización social, porque ellos, al descargar su frustración dándole palo al mundo con los ojos vendados, como si fuera una gallina ciega, refuerzan un peligroso aislamiento que, como bola de nieve, retroalimenta la xenofobia de doble vía.

Por eso la sociedad temerosa, también se defiende... ¡atacándolas!