Por: Néstor Armando Alzate
A propósito de la mujer que no sabía que estaba en embarazo y dio a luz en un baño, en Medellín, les cuento la historia de una inglesa que siendo virgen tuvo una hija durante la segunda guerra mundial. Juzguen Ustedes:
Después de que en 1956, la doctora Helen Spurway, especialista en eugenesia, afirmara en la revista médica, The Lancet, que en ciertas condiciones, la mujer podía concebir sin que interviniera el espermatozoide; un periódico sensacionalista londinense, organizó un concurso en el que ofrecía un jugoso premio para la dama que demostrara que había quedado embarazada sin la participación de hombre alguno.
En cuestión de horas la redacción del periódico se vio inundada de cartas procedentes de todas las islas británicas y de buena parte del continente europeo. Las casadas que no podían justificarle a sus maridos, de dónde habían salido los bebés que éstos habían encontrado a su regreso de la guerra, vieron en la convocatoria, una inmejorable oportunidad para lavar el honor y salvar sus matrimonios.
Tras realizar minuciosos exámenes con los métodos más adelantados de la época, por lo menos cinco mil mujeres fueron descartadas; solamente una, pasó todas las pruebas, incluido el intercambio de injertos de piel que fueron asimilados perfectamente por ambas partes, lo cual indicaba, que en efecto, el material genético de la hija se correspondía totalmente con el de la madre.
El sorprendente resultado fue publicado en el British Medical Journal, por el ginecólogo Stanley Balfour-Lynn, al que le había tocado atender el caso de la inglesa Emminarie Jones, que en 1944, cuando trabajaba como enfermera interna en un hospital atendido exclusivamente por personal femenino en Hanovre, resultó embarazada.
La mujer de 30 años, cuyo novio estaba en el frente desde el comienzo de la guerra empezó a padecer desmayos, vómitos, y a dar muestras de fatiga, por lo cual acudió al médico. Después de descartar cualquier enfermedad y de efectuarle –por simple rutina- una prueba de embarazo, el facultativo concluyó que la paciente estaba en el tercer mes de gestación. Como la enfermera alegaba que nunca había tenido una relación sexual -y en efecto se comprobó que era virgen-, se le hicieron otros exámenes más minuciosos que confirmaron su estado de gravidez.
Dado lo extraño del caso, los Doctores Balfour-Lynn y John Haldane, realizaron un estudio comparativo de los tejidos de ambas, y de varios potenciales candidatos a la paternidad -incluido el novio que estaba en el frente-, y concluyeron que en Mónica, la hija, se replicaba únicamente el material genético y cromosómico de su madre.
Al ser presentadas a la prensa, cuando la niña ya contaba doce años los reporteros se quedaron estupefactos por el extraordinario parecido de ambas, y para corroborarlo, le enseñaron una foto de la madre, a esa edad, a varias personas que desconocían el caso, y por consenso, quienes vieron la fotografía afirmaron que era la misma niña.
Terminada la guerra, Emminarie Jones, contrajo matrimonio con su novio de siempre y tuvo más hijos, que se parecían entre sí, pero ninguno tenía nada en común con Mónica.
El extraño suceso que de acuerdo con cálculos conservadores puede darse, una vez, en un millón 600 mil probabilidades, fue diagnosticado por un grupo de especialistas que se reunió exclusivamente para analizarlo, como un caso típico de partenogénesis, proceso que consiste en el “Desarrollo de un individuo a partir de un gameto hembra, no fecundado”.
Ni más ni menos: ¡Una clonación natural!
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