jueves, 26 de mayo de 2011

¿Quién es el diablo?

Por: Néstor Armando Alzate

El hombre, gracias a su poder de abstracción, –único entre todas las especies- puede elaborar sus miedos, aprehensiones y sentimientos, e idealizarlos mediante los contrastes; de allí nace esa dualidad, que es inherente a su naturaleza.

Es imposible que sepa que es el mal, si solamente conoce el bien; es impensable que pueda distinguir el día de la noche, si apenas ha percibido la oscuridad. En fin, para entender la realidad, necesita un referente que le permita compararla.

Por eso es normal que dentro  de la consciencia del individuo, exista una eterna lucha entre el bien y el mal; y eso permite comprender el por qué todas las sociedades poseen demonios y dioses, los cuales, al final de cuentas, son la representación de sus propios miedos, angustias e impotencias; pero también de sus actitudes altruistas y bondadosas.

Así las cosas, el bien y el mal pueden usarse como instrumentos con fines antagónicos, como lo reflejan algunos pueblos en los que a través del Sincretismo (Vudú, Candomblé, Umbanda, Macumba, Santería), dioses, espíritus, santos y demonios, son utilizados al mismo tiempo y con la misma finalidad, formando una dualidad indisoluble.

Por lo tanto, Dios –proyección del bien- existe, en la medida en que se es capaz de aceptar la presencia de Satanás, como representación del mal.

Entonces queda claro que el bien sin el mal no puede existir, y por lo tanto se puede pensar que, como decía el montañero: ¿El diablo es mi Dios, cuando se enverraca?

viernes, 20 de mayo de 2011

¿Los ángeles sí existen?

Por: Néstor Armando Alzate 

El ser humano tuvo noción de su racionalidad, cuando convirtió a sus parientes muertos, en mensajeros, para que mediaran ante las deidades con el fin de aplacar su ira, congraciarse con ellas, atraer su protección en función de conseguir cosechas abundantes o para neutralizar las sequías, inundaciones, hambrunas, etc.

A partir de la existencia de esos dioses lares, surgieron las religiones; y en la medida en que éstas crecieron y adquirieron sus formas actuales, aquellos se fueron transformando en los ángeles guardianes, que aún continúan ejerciendo como protectores y canales directos entre Dios y el hombre.

Por eso en circunstancias extremas, aparecen providencialmente soluciones que no estaban en las cuentas de nadie, y ante lo extraño de la situación, el hombre moderno y pragmático, intenta explicarlo -una vez pasado el mal trago- a través de la coincidencia, o el azar.

Sin embargo el hecho de que todos, -sin excepción- alguna vez, hayamos recibido una ayuda externa, representada por personas desconocidas o fuerzas extrañas, nos lleva a pensar que, ineluctablemente, algo o alguien, está pendiente de nosotros en todo momento y dispuesto a auxiliarnos, cuando las alternativas se agotan.

Así las cosas, los que tienen fe, afirman con certeza que se les apareció un angelito; mientras que los incrédulos despachan el asunto diciendo que simplemente es cuestión de ¡buena suerte! 

viernes, 13 de mayo de 2011

Fuera las amarras



Por: Néstor Armando Alzate

Demanda más lucha, liberarse de la cadena que mantenerse atado a ella. Al final de cuentas, es más fácil cambiar de posición que levantarse para forcejear con las ataduras, pues éstas son las amarras que nos aseguran contra el huracán de la vida. Es preferible quedarnos a su abrigo, antes que desafiar las crestas de los problemas y tener que surfear por entre  la ansiedad y el miedo, pues siempre tememos que los bandazos del fracaso, nos arrojen en la playa árida de la soledad, que es al final de cuentas, la antesala de la libertad.

Porque no existe nada más aislado, inhóspito y peligroso que la soledad, a la que se arriba sólo después de atravesar a tientas, todos los “ismos”: moralismo, ideologismo, fundamentalismo, racismo, segregacionismo, consumismo  y el narcisismo, que es el más seductor de todos.

Ya en la otra orilla, es necesario eliminar los residuos de odio, rencor, envidia, soberbia, arrogancia y autosuficiencia. Una vez concluida esa purga, estaremos listos para comenzar  la dieta de la libertad.

Es probable que al principio la soledad, la autodeterminación, la continencia, la austeridad, la ponderación y la humildad caigan pesadas; pero una vez digeridas, habremos asimilado el verdadero alimento espiritual: la sabiduría, único antídoto contra las cadenas.

Así que: ¡Fuera las amarras!  
   

domingo, 8 de mayo de 2011

Si

El inglés, Rudyard Kipling, ganador del premio Nobel de literatura en 1907, es uno de los poetas más exquisitos y profundamente místicos del siglo 20. Quiero compartir con Ustedes este texto que se llama: "Si", que es -a mi juicio- un verdadero tratado de vida que todos los padres deberíamos compartir con los hijos. Estoy seguro de que si lo pusieramos en práctica la vida sería más fácil.


                          “Si"

Rudyard Kipling

Si guardas en tu puesto la cabeza tranquila
cuando todo a tu lado es cabeza perdida;
si tienes en ti mismo una fe que te niegan
y no desprecias nunca las dudas que ellos tengan;
si esperas en tu puesto, sin fatiga en la espera;
si, engañado, no engañas;
si no buscas más odio que el odio que te tengan...
Si eres bueno y no finges ser mejor de lo que eres;
si al hablar no exageras lo que sabes y quieres;
si sueñas, y los sueños no te hacen su esclavo;
si piensas y rechazas lo que piensas en vano;
si tropiezas con el triunfo, si a la cumbre llega tu derrota
y a estos dos impostores los tratas de igual forma;
Si logras que se sepa la verdad que has hablado,
a pesar del sofisma del orbe encanallado;
si vuelves al comienzo de la obra perdida,
aunque esta obra sea la de toda tu vida;
si arriesgas en un momento y lleno de alegría
tus ganancias de siempre a la suerte de un día,
si pierdes y te lanzas de nuevo a la pelea,
sin decir nada a nadie de lo que es y lo que era;
Si logras que los nervios y el corazón te asistan,
aún después de la fuga de tu cuerpo en fatiga,
y se agarren contigo cuando no quede nada,
porque tú lo deseas y lo quieres y mandas;
si hablas con el pueblo y guardas tu virtud;
si marchas junto a reyes con  tu paso y tu luz;
si nadie que te hiera llega a hacerte una herida;
si todos te reclaman, y ninguno te precisa;
si llenas el minuto inolvidable y cierto
de sesenta segundos que te lleven al cielo...
toda esta tierra será de tu dominio
y mucho más aún, serás hombre, hijo mío.

jueves, 5 de mayo de 2011

Mi querida Arjumand Banú

Hola amigos:

Quiero transcribir la que considero -obviamente mi opinión es muy subjetiva- la carta de amor más bella de todos los tiempos.

En el siglo 17, tras la muerte de  Arjumand Banú, a quien llamaba cariñosamente: Muntaj Mahal -que significa "La Favorita de Palacio"-, el Sha Jajan, escribió este testimonio de amor eterno; y mientras la lloraba desconsoladamente, construía el Taj Mahal para depositar allí el cuerpo de su amada.

Contrasta con esta ternura, la crueldad de la que hizo gala al ordenar que a los arquitectos que diseñaron y dirigieron la construcción les sacaran los ojos, y a los artistas que tallaron sus muros e incrustaron las piedras preciosas, les fueran cercenadas las manos, para que nunca más pudieran reproducir el que hoy se considera como el monumento más hermoso del planeta tierra.
Así es la naturaleza humana.


MI QUERIDA ARJUMAND BANU:


Haré bóvedas para  que los ecos de tu risa  sigan rebotando de pared en pared. Haré más bóvedas para que mis ojos sigan viendo tus nalgas. Haré columnas  firmes y enormes como tus muslos  y las piernas que ponías alrededor de mi cintura.

¿Qué más podré hacer para decirte, mi querida Arjumand Banu, que nada llenará el vacío que me has dejado?
Mi favorita de siempre, ¿Qué puedo yo ofrecerle al tiempo para que vuelva a darme la oportunidad  de decirte una vez más cuanto te quiero?

De una manera u otra deberé atrapar la luna. Tengo que eliminarla del cielo para poder decirle que he conocido a alguien más bella que ella. No me importa saber que perderé sus baños de luz. Menos aún saber que no tendré más al único testigo de nuestras noches, tus canciones, mi consuelo ante la riqueza y su soledad.

Tú, Arjumand Banu, seguirás siendo mía ya que te llevo dentro de mí. Debo seguir contándote cuanto te extraño y debo hacerlo de una manera eterna. Con delicadeza, como tus besos. Con precisión, como tus abrazos. Con la simetría de nuestros cuerpos, tan balanceados y unidos como el cielo sobre el mar, como el rocío sobre las hojas.

Me has dado tu cuerpo, muchas veces, demasiadas, para que el mío se reprodujera. Me has dejado saberte de memoria: Tu voz, tus ojos, la fuerza de tu útero y tus catorce victorias, tus gritos de madre fuerte, leona hasta el final.

Y ahora te tengo aquí, callada para siempre, a oscuras dentro de mi oscuridad y recordándome lo que siempre somos: pasajeros breves, en un túnel de una sola salida, necesitados de perdurar en la memoria de alguien y de comprar la inmortalidad que nadie posee.

Mi Arjumand Banu, mi compañera de siempre, ¿Escuchas los gritos de mi silencio?... ¿Cómo le diré al amanecer que ya no nos deberá esperar. ¿Cómo podré atar la noche al horizonte para que no comience un nuevo día? ¿Entiendes que me has abandonado?

Sólo me has dejado tu olor de mujer, repleto de jazmines, intenso, vestido de sándalo. ¿Sabes que te pareces al mármol, el que tantas veces refrescó mi cuerpo, dentro del tuyo; el tuyo lleno del mío?

Me encargaré de guardar el reflejo de tus ojos en bloques de malaquita, trozos de madreperla, lágrimas de lapislázuli, jade, coral, turquesa y amatistas. Robaré todos los colores de la naturaleza. Haré de tu imagen algo similar. Lo haré.

Cuanto haga por ti, deberá ser como el paraíso (Y que el Misericordioso, me absuelva) donde abundan ríos fértiles, flores, miel y vino. Pediré que comiencen a guardar rayos de luna, para que los transformen en el mejor mármol. También, cuanto se haga, deberá representar la frescura del rocío, tu piel; la delicadeza de una nube, tus pasos. Calígrafos y escultores escribirán los noventa y nueve nombres del Supremo, del Clemente.  Así lo haré. ¡Inshalah...!

Ordenar, pedir, demandar es fácil. Pero nada dentro de todo mi imperio me permitió retenerte para siempre, tenerte un día más, aunque sea una hora. Por primera vez has parido soledad, porque ya eres silencio, noche sin estrellas, lágrimas del cielo.

Nunca pensé que tu partida me doliera tanto. Jamás pude soñar lo que estoy sintiendo. Cierro los ojos ya que la luz me molesta. Me tapo los oídos porque el viento sigue trayéndome tu canto. Me tapó la boca porque no quiero que nadie me escuche llorar. La soledad me está mordiendo la garganta. Hasta los dientes me duelen.

Mi Arjumand Banu, mi mujer de siempre, luego de diez y nueve años repletos de tu compañía, ¿cómo llenar mis días y mis noches? Creo que sólo me queda llenarlos pensando que me esperas en algún lado. O simplemente así: Los llenaré dándole al mundo una muestra de lo que tú me has dado. ¿Qué otra cosa podría hacer?