miércoles, 7 de septiembre de 2011

¡Adivina Adivinador!


Por: Néstor Armando Alzate

A diferencia de las demás especies, el hombre es el único animal, que haciendo la digestión, ya está preocupado por la próxima comida; que cuando se acuesta, en vez de sumirse en un sueño reparador, se angustia por lo que puede ocurrir mañana.

Ese desconocimiento que lo abruma y mantiene presa del miedo, lo convierte en un ser vulnerable, que cae fácilmente en las garras de algunos charlatanes, que –para timarlo- se valen de toda suerte de adivinaciones: Tarot, I Shing, Carta Astral, Horóscopos, Runas, Lectura del Tabaco, Quiromancia, Rabdomancia, Nigromancia, etc.

Dado que desde tiempos inmemoriales, al ser humano se le ha vendido la idea de que no podrá escapar a su destino –como consta en la tragedias griegas-; el individuo, mediante las diferentes formas de adivinaciones, pretende anticiparse y neutralizar todos aquellos eventos negativos, que hipotéticamente, pueden sucederle en el futuro.

Lo único que consigue con tales prácticas, es dejarse abatir por una creciente inseguridad que lo paraliza de miedo, ante la responsabilidad de tomar sus propias decisiones; pues las predicciones necesariamente son ambiguas, y por lo tanto, cada quien las puede interpretar de acuerdo con lo que quiere oír.

Solamente cuando la persona entiende que ella es la única responsable de su destino y se enfrenta a sus miedos, puede liberarse de sus atavismos y construir el futuro, en armonía con sus sueños.

Por lo tanto el determinismo, sólo existe en la mente de quien cree en todo, menos en  sí mismo.

martes, 9 de agosto de 2011

Es mejor ser viejo, que "Adulto Mayor"

Por: Néstor Armando Alzate

Cuando se acerca el atardecer, la vista se nubla, el horizonte se desdibuja, las distancias se agrandan y la noche se cierne sobre la vida.

Y no es para menos, porque llegado a esa etapa, el hombre siente la penumbra en sus ojos, la fragilidad de sus manos, la debilidad de sus piernas, el sosiego de sus pensamientos y la nostalgia en su alma.

Pero justamente en ese momento es cuando empieza a ver con los ojos del corazón, a bendecir con la fortaleza del amor desprendido, a desandar el futuro con el vigor de la misión cumplida, a disfrutar de los pensamientos sin culpa y desde el alma, evocar el pasado sin dolor. 

Al decrecer la potencia física, se acrecienta su sensibilidad interior y por ello le duelen más el abandono, el desamor, la soledad, la indolencia de los más lejanos y la indiferencia de los más cercanos.

Eso es lo paradójico, porque en los albores de la humanidad, cuando los ancianos dejaban su lugar, se transformaban automáticamente en los dioses lares, que a partir de ese momento asumían el papel de protectores de la comunidad y eran consultados sobre el futuro, las cosechas y su destino; y venerados, por ser los únicos que podían apaciguar los elementos.

Y es que en todas las sociedades a lo largo de la historia, el Saber, siempre estuvo depositado en los ancianos, quienes además de ser los guardianes de las tradiciones, eran cántaros de sabiduría que derramaban su sapiencia sobre los más jóvenes, para que éstos bebieran y se saciaran de conocimiento.

Así las sociedades pudieron: sobrevivir, crecer y alcanzar el grado de progreso que hoy disfrutan. De otra manera habría sido imposible; sin los ancianos, no existirían la moral, los valores, la Ética, la religión, el folclor y las costumbres.        

En Antioquia fue proverbial la contribución de los viejos arrieros y de los abuelos contadores de historia, en la preservación de todo lo que hoy nos enorgullece y nos mantiene unidos como pueblo.

Es hora de reivindicar a los viejos pero sin los eufemismos hipócritas de la sociedad que los llama melosamente “Adultos Mayores” para acallar su conciencia. El viejo lo único que necesita es que le devuelvan su dignidad y el respeto; y que le permitan caminar –libremente- apoyado en el amor, que es el más seguro, firme y fiel, de todos los bastones...!

martes, 2 de agosto de 2011

Un pescado, también es limosna.


Por: Néstor Armando Alzate


El crecimiento incontrolado de las ciudades acelera las desigualdades, que a su vez, estimulan una exasperante indiferencia social, más producto del miedo que de la apatía; porque creemos que quienes visten y actúan de manera distinta, son potencialmente peligrosos y entonces tendemos a discriminarlos y excluirlos.

Con mayor razón actuamos de esa forma, frente a quienes sin ninguna alternativa de redención social y económica, hacen de la calle, su hogar; y por lo tanto, repelemos sus caras sucias, sus miradas perdidas pero alertas, sus ropas hechas jirones y su lenguaje defensivamente agresivo.

La indigencia motivada por diversos agentes como: la inequidad social, la violencia intrafamiliar, el desplazamiento forzoso, la drogadicción, el abuso infantil etc; es en principio, un atentado contra la dignidad humana, del cual son culpables: la Sociedad, el Estado, la Iglesia y la institución familiar, que se encuentran en un proceso de degradación moral y ética.

Claro que una buena parte de estos seres olvidados de Dios y de la sociedad, terminan tomándole el gusto a la calle, que se convierte -para ellos- en territorio de libertad salvaje, en el que las únicas reglas que se respetan, son las impuestas por la ley del más fuerte del “Parche”. En esa jungla de cemento no existen las normas sociales, no hay deberes; y la única obligación que se tiene, y se paga –aún con la vida-, es el derecho a vivir.

Así las cosas, el “Habitante de calle” comienza a desarrollar una relación sadomasoquista con esa sociedad que lo segrega. Entonces, se enfrenta a las normas establecidas y las transgrede con una actitud intimidante, en retaliación contra la discriminación de que es objeto; pero también se regodea en su papel de víctima, propiciando la compasión hipócrita, representada en limosnas, y en acciones paternalistas del Estado, de las que se beneficia impunemente.

Por eso es imperativo devolverle la dignidad, al “Habitante de calle”,  reconociéndolo como individuo de plenos derechos y deberes y que por lo tanto, puede disfrutar de las garantías a que tienen acceso todos los ciudadanos, pero como ellos, también está sujeto a las normas establecidas; y mediante un acompañamiento integral –salud, educación, techo, capacitación laboral-, hay que ayudarle a entender, que él es el único responsable de su destino, y dueño o víctima, de su futuro.

No es cuestión de darle el pescado; es más importante enseñarle a pescar, pero con su propia vara.

miércoles, 27 de julio de 2011

¿De cuáles "Jaramillos" es Usted?

Por: Néstor Armando Alzate

En la antigüedad, para diferenciar a los individuos, se les agregaba a sus nombres: el sitio de procedencia (Alcalá, Villa, Toledo), o algún rasgo físico (Gordo, Calvo, Barriga); o se les asignaba el de un árbol, fruto, flor o animal (Naranjo, Robles, Olmos, Piña, Rosas, León), o el de cualquier santo (San Juan, Santa Cruz, Virgen, Santamaría) etc. 

Por otra parte, como la aceptación social de un hijo dependía –exclusivamente- de si era legítimo o bastardo; entonces debía demostrar que tenía padre conocido, y por lo tanto elegía siempre el nombre de su progenitor como apellido. Dado que no todos los vástagos podían llamarse de la misma manera, al patronímico se le agregó -en España- el sufijo EZ que significa: “hijo de”. De ahí en adelante, todos los descendientes de Rodrigo se apellidaron Rodríguez; los de Gonzalo, González; los de Sancho, Sánchez; los de Hernando, Hernández; etc.


De esta manera nacieron los apellidos, y con el tiempo se fueron expandiendo a través de árboles genealógicos, cuyas ramas surcaron mares, superaron montañas, invadieron países, perfilaron sicológicamente a quienes los ostentaron y hoy siguen siendo motivo de orgullo o de vergüenza, para los que los portan altivamente, o los cargan como un Sambenito.

 

Por eso no hay nada más arbitrario que los apellidos, pues indistintamente pueden reflejar una condición, o señalar una procedencia; ser sinónimo de riqueza; motivo de orgullo o de vergüenza.

Entonces como no se pueden escoger, no se debe esperar que respeten bolsillos y abolengos; por eso no tienen más peso específico que el que su dueño quiera y pueda darles, de allí que cada quien es tan responsable de sus apellidos como de su cara.

Con razón los abuelos siempre le preguntaban al pretendiente de turno, ¿Oiga joven: de cuáles “Jaramillos”, es que es Usted?

 

 

 

 

lunes, 18 de julio de 2011

La moda se acomoda

Por: Néstor Armando Alzate

La desnudez, más que un atavismo moral, es una muestra de su fragilidad corporal, pues el hombre debido a la ausencia de vello nutrido y fuerte, a la carencia de grasa bajo la epidermis y a la vulnerabilidad de la misma frente a la radiación solar, tiene que cubrirse, so pena de sucumbir ante el rigor de los elementos de la naturaleza.

Lo que en principio era un imperativo de la supervivencia –sin dejar de serlo-, a medida que el hombre desarrolló los medios y técnicas para fabricar vestimentas cada vez menos toscas y más cómodas, fueron surgiendo patrones estéticos influidos por factores culturales, hasta alcanzar los grados de sofisticación que conocemos hoy y que denominamos MODA. 

Eso explicaría el hecho de que las diferentes sociedades, hayan desarrollado sus propios estilos de vida que giran alrededor de una moda condicionada por los rigores estacionales, los paisajes, la religión, la política; y particularmente por el erotismo, que es el regulador de las relaciones: sociales, sexuales, de género y de identidad cultural.

Sin embargo algunos sociólogos afirman que la moda es el artilugio más eficaz para mantener uniformado al rebaño en el potrero de siempre, pero haciéndole creer que es libre de pastar lo que quiera y en donde quiera. Naturalmente esto es posible porque lo han domesticado con la idea de que la apariencia es más importante que la esencia y por eso es tan  cambiante, como las estaciones.

viernes, 1 de julio de 2011

De Tú a Tú

Por: Néstor Armando Alzate

El imperativo de la supervivencia, exigió que en los primitivos conglomerados humanos tuvieran que distribuirse las funciones, con el fin de allegar los recursos necesarios para garantizar la perpetuación de la especie.

Entonces era necesario que los hombres se concentraran en la caza, pesca y defensa de la comunidad, mientras que las mujeres criaban a la prole y recogían las frutas; y cuando conocieron las técnicas de la agricultura, ellas, se encargaron de la siembra, abono y cosecha de los productos de la tierra.

Durante milenios ese rol de proveedor, protector y guardián, alejó al hombre y lo volvió indiferente ante las angustias diarias de la familia, lo cual se reflejaba en su aparente dureza y en el ejercicio de un autoritarismo radical, que él entendía y expresaba como el sentimiento más parecido al afecto filial.

De allí surgió un paradigma, según el cual, la resistencia física es una coraza que blinda al hombre contra sus sentimientos más primarios: llanto, caricias y afecto; y justamente estas manifestaciones que representan debilidad en los hombres, son la mayor fortaleza de la mujer, porque sobre su aparente fragilidad descansa una arrolladora fuerza interior. Por eso él siempre ha sido símbolo de protección, provisión y autoridad; y ella, representación de la calidez, hospitalidad y amor.

Sin embargo la evolución de la sociedad ha exigido que los papeles asignados al hombre y a la mujer, sean revaluados en función de la misma supervivencia y de la continuidad de la especie, porque el acceso de la mujer a otros ámbitos tradicionalmente vedados: estudio, mercado laboral, vida social, deporte, política, poder, etc, ha propiciado un cambio irreversible en la estructura familiar, que incluye un constante intercambio de roles y de posturas, frente a los deberes y a los derechos de ambos.

Ya era hora de que los hombres pudieran darse el lujo de llorar y de manifestar sus sentimientos, sin desmedro de su virilidad; y de que las mujeres actuaran como conquistadoras, proveedoras y guardianas, sin menoscabo de su feminidad.

¡Así, sí podemos hablar de Tú a Tú!

jueves, 23 de junio de 2011

¿Es posible ser madre virgen?


Por: Néstor Armando Alzate

A propósito de la mujer que no sabía que estaba en embarazo y dio a luz en un baño, en Medellín, les cuento la historia de una inglesa que siendo virgen tuvo una hija durante la segunda guerra mundial. Juzguen Ustedes:


Después de que en 1956, la doctora Helen Spurway, especialista en eugenesia, afirmara en la revista médica, The Lancet, que en ciertas condiciones, la mujer podía concebir sin que interviniera el espermatozoide; un periódico sensacionalista londinense, organizó un concurso en el que ofrecía un jugoso premio para la dama que demostrara que había quedado embarazada sin la participación de hombre alguno.

En cuestión de horas la redacción del periódico se vio inundada de cartas procedentes de todas las islas británicas y de buena parte del continente europeo. Las casadas que no podían justificarle a sus maridos, de dónde habían salido los bebés que éstos habían encontrado a su regreso de la guerra, vieron en la convocatoria, una inmejorable oportunidad para lavar el honor y salvar sus matrimonios.

Tras realizar minuciosos exámenes con los métodos más adelantados de la época, por lo menos cinco mil mujeres fueron descartadas; solamente una, pasó todas las pruebas, incluido el intercambio de injertos de piel que fueron asimilados perfectamente por ambas partes, lo cual indicaba, que en efecto, el material genético de la hija se correspondía totalmente con el de la madre.

El sorprendente resultado fue publicado en el British Medical Journal, por el ginecólogo Stanley Balfour-Lynn, al que le había tocado atender el caso de la inglesa Emminarie Jones, que en 1944, cuando trabajaba como enfermera interna en un hospital atendido exclusivamente por personal femenino en Hanovre, resultó embarazada.

La mujer de 30 años, cuyo novio estaba en el frente desde el comienzo de la guerra empezó a padecer desmayos, vómitos, y a dar muestras de fatiga, por lo cual acudió al médico. Después de descartar cualquier enfermedad y de efectuarle –por simple rutina- una prueba de embarazo, el facultativo concluyó que la paciente estaba en el tercer mes de gestación. Como la enfermera alegaba que nunca había tenido una relación sexual -y en efecto se comprobó que era virgen-, se le hicieron otros exámenes más minuciosos que confirmaron su estado de gravidez.

Dado lo extraño del caso, los Doctores Balfour-Lynn y John Haldane, realizaron un estudio comparativo de los tejidos de ambas, y de varios potenciales candidatos a la paternidad -incluido el novio que estaba en el frente-, y concluyeron que en Mónica, la hija, se replicaba únicamente el material genético y cromosómico de su madre.

Al ser presentadas a la prensa, cuando la niña ya contaba doce años los reporteros se quedaron estupefactos por el extraordinario parecido de ambas, y para corroborarlo, le enseñaron una foto de la madre, a esa edad, a varias personas que  desconocían el caso, y por consenso, quienes vieron la fotografía afirmaron que era la misma niña.

Terminada la guerra, Emminarie Jones, contrajo matrimonio con su novio de siempre y tuvo más hijos, que se parecían entre sí, pero ninguno tenía nada en común con Mónica.

El extraño suceso que de acuerdo con cálculos conservadores puede darse, una vez, en un millón 600 mil probabilidades, fue diagnosticado por un grupo de especialistas que se reunió exclusivamente para analizarlo, como un caso típico de partenogénesis, proceso que consiste en el “Desarrollo de un individuo a partir de un gameto hembra, no fecundado”. 


Ni más ni menos: ¡Una clonación natural! 

viernes, 17 de junio de 2011

La Nueva Era ¿Moda o religión?


Por: Néstor Armando Alzate

La sociedad de consumo, ha arrinconado al hombre contra la figuración, y la adquisición de Status, todo lo cual –supone él- se consigue solamente, con la obtención de bienes y cosas, que le ayuden a lograr el reconocimiento de los demás. En esa desaforada carrera hacia el tener, ha perdido de vista su categoría de ser y aunque consiga riqueza y poder, siempre estará vacío, porque la felicidad perseguida está adentro y no afuera.

Extraviado, confunde  la búsqueda de la plenitud interior con el bienestar material y con la dudosa felicidad exterior; y como nada lo llena -ante la tibia respuesta a sus necesidades espirituales por parte de los credos tradicionales-, el hombre se ha visto impelido a crear su propio cuerpo de creencias, tomando de cada tendencia religiosa, aquello que le conviene, o se acomoda a sus intereses; por eso no es de extrañar que acuda a un supermercado espiritual que le ofrece toda clase de remedios infalibles, contra sus miedos, aprehensiones y vacíos.

Entonces mezcla alegremente el culto a los ángeles, con: las Runas, Tarot, I Shing; riegos, sahumerios; uso de velas de diferentes colores, de acuerdo con una necesidad específica; Santería; Vudú; Espiritismo; rituales Celtas; tomas de Yagé, para abrir la conciencia; regresiones; etc. A esa cesta en la que se ha revuelto todo esto, se le ha llamado: Nueva Era.

Es cierto que acabamos de salir de la era de Piscis y estamos entrando en la de Acuario y ello entraña un cambio físico del planeta, el que a su vez obligará al hombre -si es que en efecto quiere sublimar su esencia- a realizar una radical y profunda revisión de todos los postulados éticos, morales, sociales y espirituales que prevalecen en la sociedad contemporánea.

Por eso es imperativo que entendamos que ésta, más que una época de cambio… ¡Es un cambio de Época!

miércoles, 8 de junio de 2011

¿De tal palo, tal astilla?




Por: Néstor Armando Alzate

Un padre es el espejo en el que el hijo se refleja, pero a medida que va creciendo, la imagen proyectada, se va empañando, porque ese héroe se transforma ante sus ojos  asombrados en un hombre de carne y hueso, y por lo tanto falible, es decir imperfecto. Sin embargo siempre queda una huella indeleble en la personalidad del vástago.

Es cierto aquello de que “De tal palo, tal astilla”; por lo menos así lo refrendan algunos casos de la historia: De Peleo, el valiente argonauta, salió el indomable Aquiles; de Príamo, el padre amoroso, surgió el noble Héctor que dio su vida por salvar a Troya; del bravo Filipo de Macedonia, nació Alejandro Magno, el Conquistador; del incestuoso Papa Alejandro Sexto, brotó la estirpe maldita de los Borgia; de la fidelidad de Abraham, germinó el pueblo de Israel; del abnegado San Joaquín, emanó la prístina María; de la mano del virtuoso San José, creció el Salvador del mundo. 


Por lo tanto de las manos de cada padre siempre surge una obra caprichosa que para bien o para mal, reproduce su imagen. Pero no debería ser así, porque el hijo posee el inalienable derecho de construir su propio destino, aunque se equivoque de camino, porque como dice Jalil Gibrán, en su libro EL PROFETA:

 “Vuestros hijos no son hijos vuestros: Son los hijos y las hijas de la Vida, deseosa de sí  misma. Vienen a través vuestro, pero no vienen de vosotros. Y, aunque están con vosotros, no os pertenecen.

Podéis darles vuestro amor, pero no vuestros pensamientos: porque ellos tienen sus propios pensamientos.

Podéis albergar sus cuerpos, pero no sus almas: porque sus almas habitan en la casa del mañana que vosotros no podéis visitar, ni siquiera en sueños.

Podéis esforzaros en ser como ellos, pero no busquéis el hacerlos como vosotros: porque la vida  no retrocede ni se entretiene con el ayer.

Vosotros sois el arco desde el que vuestros hijos, como flechas vivientes, son impulsados hacia delante. El  Arquero (Dios) ve el blanco en la senda del infinito y os doblega con Su poder para que Su flecha vaya veloz y lejana.

Dejad, alegremente, que la mano del Arquero os doblegue: porque, así como Él ama la flecha que vuela, así ama también el arco, que es estable”.


Entonces el verdadero papá no interfiere en la trayectoria de esa flecha, simplemente anhela que tome el rumbo correcto; y por eso tiene razón José María Pemán, al afirmar que: “Un hijo es una pregunta que le hacemos al destino”. 



jueves, 2 de junio de 2011

Tribus urbanas

Por: Néstor Armando Alzate


Cuando las sociedades crecen, tienden a cerrarse sobre sí mismas y atenazan a los individuos con sus normas, parámetros y patrones de convivencia.

Sucede básicamente en las grandes ciudades, porque al volverse más densas, algunos grupos contestatarios –frente al orden establecido-, se van distribuyendo en compartimentos estancos, y cada uno desarrolla su propio código de honor; normas específicas de comportamiento; lenguaje cifrado; control territorial; uniformidad en los gestos, corte de pelo y tatuajes distintivos.

Son más vulnerables los jóvenes que se asfixian en medio del aire enrarecido del statu quo imperante, del qué dirán, y por ello asumen en abierta rebeldía una posición desafiante que se refleja en su música, vestimentas, apropiación de un territorio determinado y ruptura con todos los valores establecidos. En la medida en que ganan espacios, adquieren la fisonomía de clanes con sus propias reglas y jerarquías.

Con su actitud excluyente, se cierran sobre sí mismos. Rechazan y hostilizan a los otros, por considerarlos diferentes, y por tanto, potenciales enemigos. Estos guetos denominados “Tribus Urbanas”, están cambiando poco a poco el paisaje de las urbes postmodernas con su inconfundible lenguaje pictórico y cultural, y sus exóticas reglas de convivencia.

Así las cosas, la proliferación de tales grupos marginales está conduciendo a las metrópolis a una peligrosa atomización social, porque ellos, al descargar su frustración dándole palo al mundo con los ojos vendados, como si fuera una gallina ciega, refuerzan un peligroso aislamiento que, como bola de nieve, retroalimenta la xenofobia de doble vía.

Por eso la sociedad temerosa, también se defiende... ¡atacándolas!

jueves, 26 de mayo de 2011

¿Quién es el diablo?

Por: Néstor Armando Alzate

El hombre, gracias a su poder de abstracción, –único entre todas las especies- puede elaborar sus miedos, aprehensiones y sentimientos, e idealizarlos mediante los contrastes; de allí nace esa dualidad, que es inherente a su naturaleza.

Es imposible que sepa que es el mal, si solamente conoce el bien; es impensable que pueda distinguir el día de la noche, si apenas ha percibido la oscuridad. En fin, para entender la realidad, necesita un referente que le permita compararla.

Por eso es normal que dentro  de la consciencia del individuo, exista una eterna lucha entre el bien y el mal; y eso permite comprender el por qué todas las sociedades poseen demonios y dioses, los cuales, al final de cuentas, son la representación de sus propios miedos, angustias e impotencias; pero también de sus actitudes altruistas y bondadosas.

Así las cosas, el bien y el mal pueden usarse como instrumentos con fines antagónicos, como lo reflejan algunos pueblos en los que a través del Sincretismo (Vudú, Candomblé, Umbanda, Macumba, Santería), dioses, espíritus, santos y demonios, son utilizados al mismo tiempo y con la misma finalidad, formando una dualidad indisoluble.

Por lo tanto, Dios –proyección del bien- existe, en la medida en que se es capaz de aceptar la presencia de Satanás, como representación del mal.

Entonces queda claro que el bien sin el mal no puede existir, y por lo tanto se puede pensar que, como decía el montañero: ¿El diablo es mi Dios, cuando se enverraca?

viernes, 20 de mayo de 2011

¿Los ángeles sí existen?

Por: Néstor Armando Alzate 

El ser humano tuvo noción de su racionalidad, cuando convirtió a sus parientes muertos, en mensajeros, para que mediaran ante las deidades con el fin de aplacar su ira, congraciarse con ellas, atraer su protección en función de conseguir cosechas abundantes o para neutralizar las sequías, inundaciones, hambrunas, etc.

A partir de la existencia de esos dioses lares, surgieron las religiones; y en la medida en que éstas crecieron y adquirieron sus formas actuales, aquellos se fueron transformando en los ángeles guardianes, que aún continúan ejerciendo como protectores y canales directos entre Dios y el hombre.

Por eso en circunstancias extremas, aparecen providencialmente soluciones que no estaban en las cuentas de nadie, y ante lo extraño de la situación, el hombre moderno y pragmático, intenta explicarlo -una vez pasado el mal trago- a través de la coincidencia, o el azar.

Sin embargo el hecho de que todos, -sin excepción- alguna vez, hayamos recibido una ayuda externa, representada por personas desconocidas o fuerzas extrañas, nos lleva a pensar que, ineluctablemente, algo o alguien, está pendiente de nosotros en todo momento y dispuesto a auxiliarnos, cuando las alternativas se agotan.

Así las cosas, los que tienen fe, afirman con certeza que se les apareció un angelito; mientras que los incrédulos despachan el asunto diciendo que simplemente es cuestión de ¡buena suerte! 

viernes, 13 de mayo de 2011

Fuera las amarras



Por: Néstor Armando Alzate

Demanda más lucha, liberarse de la cadena que mantenerse atado a ella. Al final de cuentas, es más fácil cambiar de posición que levantarse para forcejear con las ataduras, pues éstas son las amarras que nos aseguran contra el huracán de la vida. Es preferible quedarnos a su abrigo, antes que desafiar las crestas de los problemas y tener que surfear por entre  la ansiedad y el miedo, pues siempre tememos que los bandazos del fracaso, nos arrojen en la playa árida de la soledad, que es al final de cuentas, la antesala de la libertad.

Porque no existe nada más aislado, inhóspito y peligroso que la soledad, a la que se arriba sólo después de atravesar a tientas, todos los “ismos”: moralismo, ideologismo, fundamentalismo, racismo, segregacionismo, consumismo  y el narcisismo, que es el más seductor de todos.

Ya en la otra orilla, es necesario eliminar los residuos de odio, rencor, envidia, soberbia, arrogancia y autosuficiencia. Una vez concluida esa purga, estaremos listos para comenzar  la dieta de la libertad.

Es probable que al principio la soledad, la autodeterminación, la continencia, la austeridad, la ponderación y la humildad caigan pesadas; pero una vez digeridas, habremos asimilado el verdadero alimento espiritual: la sabiduría, único antídoto contra las cadenas.

Así que: ¡Fuera las amarras!  
   

domingo, 8 de mayo de 2011

Si

El inglés, Rudyard Kipling, ganador del premio Nobel de literatura en 1907, es uno de los poetas más exquisitos y profundamente místicos del siglo 20. Quiero compartir con Ustedes este texto que se llama: "Si", que es -a mi juicio- un verdadero tratado de vida que todos los padres deberíamos compartir con los hijos. Estoy seguro de que si lo pusieramos en práctica la vida sería más fácil.


                          “Si"

Rudyard Kipling

Si guardas en tu puesto la cabeza tranquila
cuando todo a tu lado es cabeza perdida;
si tienes en ti mismo una fe que te niegan
y no desprecias nunca las dudas que ellos tengan;
si esperas en tu puesto, sin fatiga en la espera;
si, engañado, no engañas;
si no buscas más odio que el odio que te tengan...
Si eres bueno y no finges ser mejor de lo que eres;
si al hablar no exageras lo que sabes y quieres;
si sueñas, y los sueños no te hacen su esclavo;
si piensas y rechazas lo que piensas en vano;
si tropiezas con el triunfo, si a la cumbre llega tu derrota
y a estos dos impostores los tratas de igual forma;
Si logras que se sepa la verdad que has hablado,
a pesar del sofisma del orbe encanallado;
si vuelves al comienzo de la obra perdida,
aunque esta obra sea la de toda tu vida;
si arriesgas en un momento y lleno de alegría
tus ganancias de siempre a la suerte de un día,
si pierdes y te lanzas de nuevo a la pelea,
sin decir nada a nadie de lo que es y lo que era;
Si logras que los nervios y el corazón te asistan,
aún después de la fuga de tu cuerpo en fatiga,
y se agarren contigo cuando no quede nada,
porque tú lo deseas y lo quieres y mandas;
si hablas con el pueblo y guardas tu virtud;
si marchas junto a reyes con  tu paso y tu luz;
si nadie que te hiera llega a hacerte una herida;
si todos te reclaman, y ninguno te precisa;
si llenas el minuto inolvidable y cierto
de sesenta segundos que te lleven al cielo...
toda esta tierra será de tu dominio
y mucho más aún, serás hombre, hijo mío.

jueves, 5 de mayo de 2011

Mi querida Arjumand Banú

Hola amigos:

Quiero transcribir la que considero -obviamente mi opinión es muy subjetiva- la carta de amor más bella de todos los tiempos.

En el siglo 17, tras la muerte de  Arjumand Banú, a quien llamaba cariñosamente: Muntaj Mahal -que significa "La Favorita de Palacio"-, el Sha Jajan, escribió este testimonio de amor eterno; y mientras la lloraba desconsoladamente, construía el Taj Mahal para depositar allí el cuerpo de su amada.

Contrasta con esta ternura, la crueldad de la que hizo gala al ordenar que a los arquitectos que diseñaron y dirigieron la construcción les sacaran los ojos, y a los artistas que tallaron sus muros e incrustaron las piedras preciosas, les fueran cercenadas las manos, para que nunca más pudieran reproducir el que hoy se considera como el monumento más hermoso del planeta tierra.
Así es la naturaleza humana.


MI QUERIDA ARJUMAND BANU:


Haré bóvedas para  que los ecos de tu risa  sigan rebotando de pared en pared. Haré más bóvedas para que mis ojos sigan viendo tus nalgas. Haré columnas  firmes y enormes como tus muslos  y las piernas que ponías alrededor de mi cintura.

¿Qué más podré hacer para decirte, mi querida Arjumand Banu, que nada llenará el vacío que me has dejado?
Mi favorita de siempre, ¿Qué puedo yo ofrecerle al tiempo para que vuelva a darme la oportunidad  de decirte una vez más cuanto te quiero?

De una manera u otra deberé atrapar la luna. Tengo que eliminarla del cielo para poder decirle que he conocido a alguien más bella que ella. No me importa saber que perderé sus baños de luz. Menos aún saber que no tendré más al único testigo de nuestras noches, tus canciones, mi consuelo ante la riqueza y su soledad.

Tú, Arjumand Banu, seguirás siendo mía ya que te llevo dentro de mí. Debo seguir contándote cuanto te extraño y debo hacerlo de una manera eterna. Con delicadeza, como tus besos. Con precisión, como tus abrazos. Con la simetría de nuestros cuerpos, tan balanceados y unidos como el cielo sobre el mar, como el rocío sobre las hojas.

Me has dado tu cuerpo, muchas veces, demasiadas, para que el mío se reprodujera. Me has dejado saberte de memoria: Tu voz, tus ojos, la fuerza de tu útero y tus catorce victorias, tus gritos de madre fuerte, leona hasta el final.

Y ahora te tengo aquí, callada para siempre, a oscuras dentro de mi oscuridad y recordándome lo que siempre somos: pasajeros breves, en un túnel de una sola salida, necesitados de perdurar en la memoria de alguien y de comprar la inmortalidad que nadie posee.

Mi Arjumand Banu, mi compañera de siempre, ¿Escuchas los gritos de mi silencio?... ¿Cómo le diré al amanecer que ya no nos deberá esperar. ¿Cómo podré atar la noche al horizonte para que no comience un nuevo día? ¿Entiendes que me has abandonado?

Sólo me has dejado tu olor de mujer, repleto de jazmines, intenso, vestido de sándalo. ¿Sabes que te pareces al mármol, el que tantas veces refrescó mi cuerpo, dentro del tuyo; el tuyo lleno del mío?

Me encargaré de guardar el reflejo de tus ojos en bloques de malaquita, trozos de madreperla, lágrimas de lapislázuli, jade, coral, turquesa y amatistas. Robaré todos los colores de la naturaleza. Haré de tu imagen algo similar. Lo haré.

Cuanto haga por ti, deberá ser como el paraíso (Y que el Misericordioso, me absuelva) donde abundan ríos fértiles, flores, miel y vino. Pediré que comiencen a guardar rayos de luna, para que los transformen en el mejor mármol. También, cuanto se haga, deberá representar la frescura del rocío, tu piel; la delicadeza de una nube, tus pasos. Calígrafos y escultores escribirán los noventa y nueve nombres del Supremo, del Clemente.  Así lo haré. ¡Inshalah...!

Ordenar, pedir, demandar es fácil. Pero nada dentro de todo mi imperio me permitió retenerte para siempre, tenerte un día más, aunque sea una hora. Por primera vez has parido soledad, porque ya eres silencio, noche sin estrellas, lágrimas del cielo.

Nunca pensé que tu partida me doliera tanto. Jamás pude soñar lo que estoy sintiendo. Cierro los ojos ya que la luz me molesta. Me tapo los oídos porque el viento sigue trayéndome tu canto. Me tapó la boca porque no quiero que nadie me escuche llorar. La soledad me está mordiendo la garganta. Hasta los dientes me duelen.

Mi Arjumand Banu, mi mujer de siempre, luego de diez y nueve años repletos de tu compañía, ¿cómo llenar mis días y mis noches? Creo que sólo me queda llenarlos pensando que me esperas en algún lado. O simplemente así: Los llenaré dándole al mundo una muestra de lo que tú me has dado. ¿Qué otra cosa podría hacer?               


miércoles, 27 de abril de 2011

¡Sana que sana!


Por: Néstor Armando Alzate

Una mamá es aquel ser que con la caricia tierna de su mano cansada y el “sana que sana colita de rana”, todo lo cambia de color: el dolor desaparece, la tristeza se disuelve, la nostalgia se difumina y la alegría toma su lugar.


Sí, porque sus manos y ese ensalmo bendito, tienen el poder más grande del mundo.


Una madre es capaz de transmutar la oscuridad en luz, la noche en día, el llanto en risa y el hambre en siesta. Esa mano ajada que a pesar de los años sigue tan tersa y cálida, posee el dulce encanto de hacer desaparecer el miedo, de convertir agua y dos papas en la más exquisita sopa o un simple huevo en auténtico caviar.


Tiene la magia de transformar harapos en trajes de novia, cortinas viejas en hermosas sobrecamas y noches frías en gratificantes sueños.


Esa voz de letanía permanente que agobia como chicharra, regaña sin condición, se complace en torturar bañando y sonando narices frente a las visitas, cantaleteando por el novio que no le conviene y por los tragos de anoche que no le dejaron "pegar los ojos"; se convierte en acusadora conciencia que no da tregua en vacaciones y que no baja el tono hasta recibir a su "Doctor", y aunque éste, después de la ceremonia le dé un beso y se vaya de luna de miel, sin rencor empieza a ensayar destemplados cánticos de cuna para malcriar nietos y justificarlos.


Esa voz que reparte "Jesús, Marías y Josés" a toda hora y en todas las direcciones, no perdona un "cito mi muchacho, como estará pasando de bueno en Cartagena".


Esa voz que llora en cada bienvenida y anega aeropuertos en cada despedida, es la voz más tonante, pero más dulce del universo. Esa figurita menuda, cansada de cargar años y echar bendiciones, no escatima comida, cantaleta, ni consejos; es capaz de enfrentarse al mundo por su muchacho, conmover jueces y derrumbar ceñudos fiscales con la potencia hídrica de sus lágrimas.


Es la madre... que “no tiene envidia, no es jactanciosa, no se envanece, no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor, no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad, todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta... es el amor que nunca deja de ser... es el amor de madre, es decir... ¡es el amor de Dios...! "

martes, 19 de abril de 2011

¡Y DALE CON EL TEMA!

Por: Néstor Armando Alzate


Recuerdo que en la época del presidente, Turbay, y empezando por él, los ministros,  los congresistas, los periodistas, los funcionarios de medio pelo y hasta las reinas de belleza, comenzaban cada respuesta con el infaltable: “evideeeentemente”; palabra que además sirvió hasta de cortina de risas, para ocultar los alcances del estatuto de seguridad.


Y es paradójico que la palabra, solidaridad, la hubiera impuesto el Presidente Barco, precisamente, porque nunca pudo pronunciarla “de corrido”; de lo cual se agarraron sus amigos y contradictores, para gozárselo. Pero como él murió en la edad de la inocencia, jamás entendió el chiste.


Cuando César Gaviria, llegó a Palacio, la palabra “ciertamente” -que tenía la musicalidad del “Hay’ombe”-, se convirtió en una plaga, cuyos transmisores, los humoristas, se encargaron de esparcirlo en toda la población, y bajo su influjo, nos olvidamos de la apertura económica que nos inoculó sin anestesia y aceptamos mansamente que el sol –por orden presidencial- se pusiera a las cinco de la tarde.


Por su parte, Ernesto Samper, lidiando con el elefante que se le entró a la cocina por la puerta de atrás, logró distraer la atención con: “A ver”; fórmula ritual, debidamente estudiada que le daba ese aire de candor, que es propio de todos los inocentes pillados con las manos en la masa.


Después del encuentro –de pico y abrazo- con Marulanda; Pastrana, dejó entrever que gobernaría el país, “claramente”; adverbio de modo, que se caracterizó en su mandato por ser la palabra más clara, para denotar que todo era oscuro.


Pero a la par con estos términos que se podrían considerar lemas de los presidentes –como sucede con los Papas, que cada uno tiene el suyo- periódicamente se ponen de moda, vocablos, que se asumen como la marca social del momento y quien no los use,  está out.


Por eso hubo un tiempo en que todo se buscaba, se investigaba, se estudiaba, se encontraba y se solucionaba, “A nivel de”: los institutos descentralizados, los ministerios, el presidente, el congreso, etc.


Luego se apoderó de nosotros el “Empoderamiento”; pero cuando las cosas no funcionaron “para nada”, entonces debimos emprender una “Reingeniería” total; y como los resultados “nada que ver”, comenzamos a “darnos la pela”, a través de un nuevo “redireccionamiento”. Claro que todo ello sucedió “al interior” del gobierno, de los partidos, del congreso y de todas las instituciones en general.


Ahora el tema, es el “tema”: El tema del TLC, el tema del intercambio humanitario, el tema de la reforma judicial, el tema de la reelección, el tema del fútbol, el tema de los paramilitares, el tema de la guerrilla, el tema de los operativos, el tema de los falsos  positivos, el tema del abuso de menores, el tema del narcotráfico, el tema de los indígenas, el tema del invierno, el tema de los arroyos de Barranquilla, el tema de las inundaciones, el tema de la corrupción. En fin, infinidad de temas.


Claro que a pesar de la obsesión de los colombianos por todos los temas; aunque sean urgentes, importantes, prioritarios y naturalmente complicados; muchos temas pasan inadvertidos, se quedan en remojo, aplazados, inconclusos, o en la agenda. Eso sí queda claro que aunque no hablemos sobre determinados temas, todos los temas nos preocupan.


Dado que este tema me confunde, llegué a pensar, que como estamos en recesión económica, laboral, mental, moral, espiritual, ética y social, a lo mejor, también se habían agotado los sinónimos. Agobiado por esta perspectiva, abrí el diccionario y con alivio encontré, que no sólo de temas puede hablar el hombre. Afortunadamente todavía quedan los equivalentes: Asunto, motivo, argumento, pensamiento, propuesta, proposición, premisa, texto, hecho, sujeto, lema, eje, programa, artículo, tesis materia, idea, cuestión.


Y como para que no queden dudas, tiene otras acepciones como: Manía, fobia, capricho, chaladura, chifladura, claustrofobia, complejo, extravagancia, guilladura, idea fija, melancolía, misantropía, misoginia, monomanía, obsesión, paranoia, obstinación, especie, antojo, rareza, insistencia, porfía, aborrecimiento, animadversión, animosidad, aversión, hostilidad, inquina, malquerencia, rabia, repulsión, tirria.


Como este es un tema de nunca acabar, dejemos el tema sobre el tapete, porque ya estamos mamados de hablar del mismo tema; entonces, al menos por hoy… ¡CAMBIEMOS DE TEMA!